Durante el gobierno de los Habsburgo, en la Nueva España se había creado un sistema político denominado patrimonialista donde se compraban los cargos públicos, los funcionarios imponían los tributos, se desarrollaban y protegían monopolios y mediante la corrupción se evadía el control de la Corona. Por ello, el rey Carlos III de Borbón, influido por las ideas de la Ilustración, llevó a cabo un proceso de modernización por medio de las llamadas “Reformas Borbónicas” que impusieron una serie de cambios políticos- administrativos, económicos, militares y culturales en las colonias americanas. Estas reformas buscaban modernizar internamente a España y su relación con las colonias, respondiendo a una nueva concepción de Estado, que se propuso retomar todos los derechos que se habían delegado en grupos y corporaciones, además de asumir la dirección política, administrativa y económica del reino.
El primer miembro Borbón que sucedió a los Habsburgo en el trono
español, fue Felipe de Anjou o Felipe V, nieto del rey Luis XIV de
Francia y desde entonces han gobernado España hasta la actualidad, excluyendo
algunos periodos de lucha por la independencia, la república, la democracia y
la dictadura de Francisco Franco.
En 1765 fue nombrado el visitador José de Gálvez, con el
encargo de retomar el control político y administrativo de la Nueva España y
aplicar de manera sistemática las reformas, restarle poder a los grupos,
corporaciones e incluso al propio virrey, e incorporar funcionarios adeptos a
los propósitos de la corona.
REFORMAS POLITICO
ADMINISTRATIVAS
Una de las principales reformas
político-administrativas fue el sistema
de intendencias, que modificaba la división política y
administrativa del virreinato. Consistente en dividir el reino en
jurisdicciones llamadas intendencias, dirigidas por un intendente,
(jóvenes elegidos en España y formados en las ideas de la Ilustración), con funciones
de justicia, guerra, fomento económico, hacienda y obras públicas, con el
objetivo de hacer más eficiente la administración.
Crearon doce intendencias: México, Puebla,
Oaxaca, Veracruz, Mérida, Guanajuato, San Luis Potosí, Valladolid, Zacatecas,
Guadalajara, Durango y Arizpe (Sonora y Sinaloa). Nuevo México, Nueva Vizcaya,
Coahuila, Texas y California siguieron como provincias y el Reino de León y de
Nuevo Santander con sus respectivos gobernadores. Sobre estas medidas hubo
oposición del virrey, la Audiencia y los altos mandos eclesiásticos a quienes
se les restaban poder y funciones.
REFORMAS
COMERCIALES
La
reforma al sistema comercial fue la de mayor impacto en la
economía novohispana. Con ella, la corona pretendió controlar la actividad
comercial, eliminando el contrabando y los intermediarios, recuperar las
concesiones otorgadas a países europeos y desarticular el monopolio que
ejercían los miembros del Consulado. Durante 30 años se dictaron múltiples
medidas en este sentido, pero en 1770 con la autorización del libre tráfico
comercial, se permitió comerciar con las Antillas, el Perú y Nueva Granada, se
abrieron puertos donde se comerciaba libremente, y se crearon los consulados de
Veracruz y Puebla. El 28 de febrero de 1789 Carlos IV declaró el comercio
libre para la Nueva España. Como consecuencia los comerciantes fueron
a la ruina y entraron las ideas ilustradas entre ellas las del libre comercio,
que serían difundidas y aprovechadas por los criollos al enarbolar la lucha por
la independencia.
Debido
a que la plata de América era un producto vital para la economía española, las
reformas reconocieron a la minería, como una actividad productiva y una
organización gremial, se publicaron nuevas ordenanzas, se constituyó el cuerpo
de minería; en 1784 se creó un banco de avío; en 1792 se creó el seminario de
minería y en 1793 el Real Colegio de Minas de la Nueva España que construirá el
Palacio Nacional de Minería.
Con las reformas la actividad minera creció, se redujo el precio del azogue, bajaron los costos de producción, se exentó del pago de impuestos a los mineros que ampliaban su inversión, se dictaron leyes para liberar el comercio, propiciando que nuevos recursos se invirtieran en esta actividad y se generalizó el uso de tecnología moderna. Para finales del siglo XVIII la minería había logrado tal desarrollo: se calcula la existencia de 3 mil minas en explotación que producían 25 millones de pesos anuales y ocupaban a 15 mil trabajadores, la producción de plata en la Nueva España constituía el 66% de la producción mundial.
REFORMAS
MILITARES
La corona mandó al mariscal Juan de Villalba, con la misión de institucionalizar un ejército, el cual no existía, por lo tanto se empezaron a reclutar a los miembros por leva forzada. Al principio el ejército fue una institución desprestigiada que con el tiempo fue ganando adeptos gracias a que se les otorgaron privilegios, sus fueros los exentaban del pago de impuestos, además sus problemas jurídicos se podían resolver en una corte militar.
Militares novohispanos de 1767
Sin
embargo, el ejército no fue efectivo, las milicias que cuidaban las costas sólo
podían brindar protección en los puertos. Una vez que las embarcaciones dejaban
tierra estaban expuestas a recibir un ataque de corsarios o de piratas, por lo
que era necesaria, la creación de una verdadera armada americana que nunca se
realizó.
REFORMAS
FINANCIERAS
Con
respecto a las reformas económicas-financieras, la más importante fue el reordenamiento
del Tribunal de Cuentas y la reorganización de la Real Hacienda. Al ordenar el
Tribunal de Cuentas se cambió a los antiguos funcionarios y se introdujo el
sistema de partida doble para llevar los libros contables, y hacer más
eficientes las labores de la Real Hacienda. En relación al cobro de los
impuestos, se ordenó que todos los centros recolectores pasaran al control de
la Real Hacienda, contrataron funcionarios en los centros de población
importante, quienes, se encargarían de cobrar y recolectar los impuestos
comerciales y aduanales. La Corona dispuso que se gravaran otros artículos y a
los pequeños comercios, también se decretó la creación de estancos o
monopolios, manejados por el Estado.
REFORMAS
CULTURALES
Desde
los años treinta del siglo XVIII comenzaron a expandirse las ideas de la
ilustración en América, los jesuitas difundieron el racionalismo y la nueva
filosofía de la naturaleza. La educación en la Nueva España la controlaban los
jesuitas, quienes enseñaban a indígenas, criollos y peninsulares.
Con
la llegada de la ilustración hubo reformas en todos los niveles
educativos desde la primaria hasta los planes de estudio en las
universidades. Así, en 1781 se fundó la “Real Academia de San Carlos de las
Nobles Artes de la Nueva España” (hoy de la UNAM) con el objetivo de establecer
una escuela de grabado con la intención de mejorar la producción y acuñación de
las monedas.
Dando
como resultado el surgimiento de una ilustración criolla, que según algunos
autores fortaleció el antagonismo entre europeos y criollos y fomentó su identidad
nacional logrando articular sus reivindicaciones políticas. Los jesuitas
constituían una amenaza para la corona española, tenían una economía sólida y
un gran valor en la sociedad, para el rey esto significaba tener un estado
dentro de su propio estado, por ello en 1767 fue ordenada su expulsión
de los jesuitas de todos los territorios del imperio español
incluyendo la Nueva España.