En el principio,,,,

En el principio,,,,
Para evitar que, con el tiempo, los hechos humanos queden en el olvido y que las notables y singulares empresas realizadas, queden sin realce.

sábado, 31 de enero de 2015

MUERTE DE MADERO Y PINO SUAREZ



                                              
5 de Febrero de 1913. El Presidente Madero al final del evento de conmemoración de la Constitución de 1857 en el Hemiciclo a Juárez (Ciudad de México). Ocho días más tarde empezaría la pesadilla que terminaría con su vida y con la efímera estabilidad del país. A la izquierda de Madero -con la mano en el pecho- el Vice Presidente José María Pino Suárez, asesinado junto con Madero 17 días más tarde.

13 de Febrero de 1913: cuando Madero se trasladaba del Castillo de Chapultepec al Zócalo, al llegar frente a lo que hoy es Bellas Artes, se desató una balacera. Un soldado que estaba al lado del Presidente fué muerto. Huerta que 'casualmente' pasaba por ahí, le sugirió al Presidente protegerse en una tienda de daguerrotipos (fotos). Al pasar el peligro, el Presidente se asomó al balcón del edificio junto con el chacal. Minutos después Madero cometería el grave error de nombrar a Huerta jefe de la plaza pues el General Villar estaba herido. Huerta, era un alcohólico igual que su compañero de borracheras, el Embajador de EU Henry Wilson.

Como era de esperarse, después de un régimen de 30 años presidido por el Presidente Porfirio Díaz y su grupo político, se crearon inercias e intereses políticos difíciles de erradicar en tan poco tiempo.
Además de ello, el carácter apacible y conciliador del nuevo Presidente (Madero) permitieron que esos intereses buscaran siempre la manera de regresar al anterior status que les privilegiaba.

Uno de tantos que se vió afectado por la llegada de Madero fué el Embajador de EU Henry Lane Wilson, quien durante varios años había recibido del Presidente Díaz un sueldo, de manera que no hiciera las tropelías que habían hecho todos sus antecesores.
Madero le suspendió el 'sueldo' y se ganó con ello su enemistad.

Otro de los personajes del grupo Porfirista, el exGobernador de Nuevo León, Bernardo Reyes, se sintió con los tamaños para derrocar al Gobierno Maderista y así, tras escapar de la prisión en donde se encontraba en la Ciudad de México, atacó al Palacio Nacional, desde donde las fuerzas leales a Madero dispararon contra su tropa, quedando decenas de cadáveres en la Plaza.

Uno de los muertos era precisamente Bernardo Reyes.
Este fue el primero de los hechos que hicieron que Madero saliera de la residencia Presidencial de Chapultepec hacia Palacio Nacional. Una llamada telefónica desde el Palacio Nacional le notificó la revuelta.

13-17 de Febrero de 1913.
Desde que el día 13, Madero salió de la residencia Presidencial (Castillo de Chapultepec) hacia el Palacio Nacional en el hecho conocido como la 'Marcha de la lealtad', el Presidente había decidido permanecer en Palacio para seguir de cerca los combates entre los golpistas y sus fuerzas leales a unos 5 Km. del Zócalo (en la Ciudadela).

                                           
13 de Febrero de 1913. Tras la balacera descrita en la foto anterior, el Presidente Madero subió de nuevo a su caballo y llegó al Zócalo y Palacio Nacional a través de la calle de Plateros (actual Av.Madero). Este evento, en el que los miembros del Colegio Militar lo escoltan desde la casa Presidencial (Castillo de Chapultepec) a Palacio Nacional, es conocido como la 'Marcha de la Lealtad'.

Los golpistas eran encabezados por Félix Díaz (sobrino de Porfirio Díaz) y Manuel Mondragón (casualmente quien 46 años atrás había dado a Maximiliano el tiro de gracia tras ser fusilado); Madero había nombrado al Jalisciense Victoriano Huerta como Jefe de la Plaza (de la Ciudad de México) para enfrentar a los insurrectos. 
Huerta había trabajado muchos años como militar durante la época porfirista, por lo cual le fue sencillo pactar con Díaz y Mondragón y simular durante varios días que atacaba a los atrincherados en la Ciudadela.
Bombazos caían por toda la Ciudad de México; los muertos se apilaban en las calles.

Casa del Presidente Madero en la Ciudad de México después del incendio provocado que la consumió.

18 de Febrero de 1913.
Gustavo A.Madero (hermano del Presidente y brazo intelectual del Maderismo desde 1908) le había advertido a Francisco que Huerta lo estaba traicionando. Madero le pidió entonces a Huerta que le "demostrara su lealtad en la siguientes 24 horas".  
Huerta había pactado con el Embajador de Estados Unidos (Henry Lane Wilson) en la propia Embajada estadounidense, la captura y asesinato del Presidente; por ello se le conoce a este acto como 'Pacto de la Embajada'.

El día 18 a mediodía Gustavo comía en el restaurante Gambrinus; Huerta llegó al restaurante y comió con Gustavo para tranquilizar la situación.
Llegado el momento, Huerta recibió un supuesto recado de un subalterno informándole a Gustavo que algo grave había sucedido y que tenía que salir de inmediato pero, debido a que no traía pistola, le pidió a Gustavo que le prestara la suya.
Gustavo se la entregó y Huerta salió del restaurante.
De inmediato entró un grupo de soldados Huertistas y, tomando preso a Gustavo lo llevaron a la Ciudadela donde lo martirizaron salvajemente.
Gustavo tenía un ojo de vidrio y, estando atado de manos, los soldados jugaron a atinarle al ojo de vidrio a bayonetazos.
Tras lograrlo, hicieron lo propio con el bueno.
Posteriormente le cortaron los genitales; la brutalidad era tal que un soldado decidió darle el tiro de gracia. 
Por la tarde, llegó otro comando a la oficina del Presidente en Palacio; uno de ellos le apuntó con una pistola en la cabeza a Madero. Un guardia del Presidente sacó su pistola y mató al agresor; otro disparó sobre el Presidente, pero él mismo defensor de Madero cubrió al Presidente y cayó muerto.
En el desconcierto, el Presidente salió de inmediato hacia el elevador del Palacio para bajar al patio principal.
Al abrirse el elevador vio al General Mondragón a quién le informó que habían querido asesinarlo; Mondragón se concretó a informarle "Sr. Presidente, es usted mi prisionero".
Madero, el Vicepresidente Pino Suárez y el General Felipe Ángeles (siempre leal al Presidente) fueron trasladados a la Intendencia de Palacio (está exactamente en la planta baja, entrando por la puerta principal a mano izquierda).
Allí los mantuvieron hasta el día 22.

19 de Febrero de 1913.
Para vestir de legalidad el golpe de estado, Huerta le pidió al Secretario de Relaciones Exteriores Pedro Lascuráin que acudiera con Madero y Pino Suárez y les exigiera sus renuncias por escrito.
En la misma intendencia de Palacio se escribieron a máquina las renuncias mismas que firmaron el Presidente y Pino Suárez.
Ya en el Congreso, Lascuráin fué investido Presidente de la República, nombrando de inmediato a Huerta Secretario de Gobernación; 45 minutos más tarde Lascuráin renunciaba a su puesto dejando la Presidencia a Huerta.
En teoría Huerta convocaría a elecciones para que Félix Díaz asumiera la Presidencia, cosa que jamás sucedió.

20 de Febrero de 1913.
Las visitas al Presidente estaban restringidas; su esposa Sara nunca más pudo verlo.
El día 20 se le permitió a la madre de Madero visitarlo; el día anterior habían sepultado a su hermano Gustavo.
La madre de Madero le informó al Presidente del asesinato de su hermano.
Tras la salida de su madre, Madero adoptó una posición fetal, se envolvió en una cobija y, según el General Ángeles, sollozó durante toda la noche.
Conociendo claramente la intervención del Embajador Wilson en el derrocamiento de su esposo, Sara acudió a la Embajada de EU para ver a Wilson, suplicándole su intervención para salvarle la vida.
Wilson le respondió que él no tenía relación alguna con el golpe y que Madero tenía toda la responsabilidad pues "nunca me consultó nada, nunca vino a verme para platicar cómo debería de gobernar".
Wilson tenía razones de peso para odiar a Madero; durante el régimen de Porfirio Díaz, el General, conociendo las funestas intervenciones de los anteriores Embajadores estadounidenses, había decidido pasarle una importante mensualidad a Wilson, la cual fué cancelada al llegar Madero al poder.
Además Huerta era su amigo y compañero de borracheras.
Antes del asesinato de su hermano, Madero confiaba en que salvaría su vida; al enterarse de la muerte de Gustavo, sus temores aumentaron.
Durante su cautiverio, el Embajador de Cuba en México (Manuel Márquez Sterling) hizo extraordinarios esfuerzos para salvar su vida. De su propio bolsillo pagó boletos de tren para Madero y Pino Suárez a Veracruz y de allí en barco a La Habana; hizo gestiones ante los demás Embajadores en México para presionar a Wilson a que ayudara a liberar a Madero.
Todo fué infructuoso.
22 de Febrero de 1913.
10:30 PM, Palacio Nacional. Se presenta en la intendencia un grupo de enviados de Huerta ante los 3 prisioneros.
Les indican que hay órdenes de llevarlos a la cárcel de Lecumberri.
´Palacio' de Lecumberri lugar al que serían supuestamente internados Madero y Pino Suárez; serían asesinados afuera del 'Palacio'.
Los 3 se levantan; uno de los enviados le indica al General Felipe Ángeles: "usted no, General" (por cierto el General Ángeles era Ingeniero y hablaba 4 idiomas). Ángeles insiste en acompañarlos y se le repite "usted no, General".
Madero y Pino Suárez comprendieron que esa era la despedida definitiva.
Ambos prisioneros son subidos en un coche cada uno y abandonan Palacio Nacional rumbo a Lecumberri; al llegar tocan a la puerta central.
Una persona previamente informada del asunto, les dice a los sicarios que esa puerta está cerrada y que deben de entrar por atrás.
Madero le dice a Francisco Cárdenas (asesino de Madero) que atrás no hay ninguna puerta.
Ambos coches de dirigen hacia un costado de la Penitenciaría.
Cárdenas le pide a Madero que se baje; al tenerlo de espaldas, Cárdenas dispara en 2 ocasiones a la cabeza de Madero (tenía 39 años).
En el otro coche, se encuentra Pino Suárez quien, al ver lo sucedido corre y grita "me asesinan, me asesinan".
Trece disparos terminan con su vida.
No sabiendo qué hacer con los cuerpos, los medio sepultan en la parte exterior de Lecumberri.
Fachada lateral de la prisión de Lecumberri en donde fueron bajados de dos autos Madero y Pino Suárez y asesinados . Los cadáveres de Pino Suárez (izquierda) y Madero (derecha) fueron apenas cubiertos con piedras.
Al día siguiente la prensa, que había sido comprada por Huerta, publicó que "un grupo de Maderistas habían intentado liberar a los prisioneros y, en la refriega, Madero y Pino Suárez habían muerto".
La prensa, al igual que Wilson odiaban a Madero, ya que tampoco a ellos, el Presidente les sobornó.

En 1916, 3 años después del asesinato de Madero, Sara, su esposa, concedió una entrevista a un periodista Estadunidense.
Una de varias preguntas y sus respuestas son las siguientes:
Periodista (Robert Murray): ¿ cuándo tuvo usted su entrevista con el Embajador y cuál fue su actitud y contenido ?
Sara P.de Madero: la misma tarde del 20 de Febrero de 1913. El Embajador mostraba que estaba bajo la influencia del licor. Varias veces la Señora Wilson tuvo que tirarle del saco para hacerlo que cambiara de lenguaje al dirigirse a nosotros.
Fue una dolorosa entrevista. Dije al Embajador que íbamos a buscar protección para las vidas del Presidente y Vicepresidente. "Muy bien, señora -me dijo- ¿y qué es lo que quiere que yo haga?"
-Quiero que usted emplee su influencia para salvar la vida de mi esposo y demás prisioneros le dije.
Ésa es una responsabilidad -contestó el Embajador- que no puedo echarme encima ni en mi nombre ni en el de mi Gobierno.
Seré franco con usted, Señora. La caída de su esposo se debe a que nunca quiso consultarme. Usted sabe, Señora, que su esposo tenía ideas muy peculiares.
'Señor Embajador, mi esposo no tiene ideas peculiares, sino altos ideales'. Me dijo que el general Huerta le había consultado qué debía hacerse con los prisioneros. '¿Y qué le contestó usted?', le pregunté. 'Le dije que hiciera lo que fuera mejor para los intereses del país', me dijo el Embajador. Mi cuñada, que me acompañaba, no pudo menos que interrumpirlo diciendo: '¿Cómo le dijo usted eso? Usted sabe bien qué clase de hombre es Huerta y su gente, y va a matarlos a todos.
Periodista: ¿ Qué contestó el Embajador Wilson a eso ?
No contestó nada, pero dirigiéndose a mí me dijo: "usted sabe que su marido es impopular; que el pueblo no estaba conforme con su Gobierno como Presidente". 'Bueno, le contesté, si eso es cierto, ¿ por qué no lo ponen en libertad y lo dejan irse a Europa, donde no podría hacer daño alguno ?' El Embajador me contestó: "no se preocupe usted ni se apure, no harán daño a la persona de su esposo. Sé sobre el particular todo lo que va a suceder. Por eso sugerí que renunciara su esposo". Entonces le hablé de la falta de comodidades que había donde estaba mi esposo. "Según parece - contestó el Embajador- la lleva muy bien donde está. Durmió cinco horas de un tirón".

LA REVOLUCIÓN MEXICANA.

“Entendámonos sobre la palabra revolución. Nosotros damos a la palabra su sentido popular: el paso de una a otra situación política por el exterminio y la violencia. Si por revolución se entiende solamente la transformación de una sociedad menos adelantada en otra más adelantada, esto es más bien progreso, frecuentemente combatido hasta en su esencia misma por las   revoluciones (…) Nosotros consideramos a la sociedad como un organismo, pues que de órganos se compone, llamamos a su transformación normal evolución, y a la anormal, a la que la violencia intenta realizar, a la que es una enfermedad del organismo social, la llamamos revolución”.

En Zea, Leopoldo. El positivismo en México: nacimiento, apogeo y decadencia, p. 242.


LA REVOLUCIÓN MEXICANA



Antecedentes 
Los antecedentes de la Revolución Mexicana es un tema amplio y puede abordarse desde distintos aspectos. Para efectos de nuestro trabajo, solo nos remitiremos a dos o tres cuestiones de carácter estrictamente político. Así, pues, lo primero a comentar radica en lo siguiente: A principios de 1908, Porfirio Díaz concedió una entrevista a un reportero estadounidense, James Creelman, en la que el presidente de México emitió una serie comentarios de suma importancia para la política del país. En primer lugar, comentó que el gobierno republicano y democrático es el único justo; en segundo lugar, que el país ya está preparado para que pueda haber elecciones libres sin que se corra el riesgo de levantamientos armados; en tercer lugar, como parte de lo anterior, que estaba dispuesto a dejar la presidencia; y, en cuarto y último lugar, que si aparecía algún partido de oposición, él sería el primero en apoyarlo. Con el paso del tiempo, sin embargo, las acciones del presidente octogenario desmintieron todos esos comentarios; o mejor dicho, pusieron de manifiesto que no eran ciertos. En efecto, un año después, ya dentro de la contienda política para las elecciones que se llevarían a cabo en 1910, los frentes eran tres: dos en el interior de los porfiristas y uno fuera de éstos. Por un lado, la reelección de Porfirio Díaz, con Ramón Corral o Bernardo Reyes (exgobernador de Nuevo León, exministro de Guerra y padre del ateneísta Alfonso Reyes) en la vicepresidencia; y, por otro, el partido antireeleccionista, con Francisco I. Madero a la cabeza. La resolución en el interior de los porfiristas se dio cuando el mismo Porfirio Díaz, a finales de 1909, envió a Bernardo Reyes como comisionado a Europa, con cualquier pretexto de carácter oficial. Una vez que se deshizo de éste, Porfirio Díaz pasó a ocuparse de los otros contendientes: los maderistas. 

Silva Herzog, Jesús; Breve historia de la Rev.
 En palabras de Silva Herzog, “Reyes era leal a don Porfirio; mas don Porfirio no era leal a Reyes. Don Porfirio lo odiaba, le tenía desconfianza y lo consideraba rival peligroso. Comenzó a hostilizarlo con alardes de fuerza militar y nombrando jefe de las tropas en el Estado de Nuevo León al general Jerónimo Treviño, considerado como enemigo de Reyes. Éste entendió el juego; se dio cuenta de los deseos del dictador y declaró al fin de modo rotundo que no aceptaría su postulación para la vicepresidencia. Después recibió instrucciones de dejar el gobierno de Nuevo León y viajar rumbo a Europa dizque para hacer estudios militares. A Reyes le quedaron solamente dos caminos: obedecer o levantarse en armas. Optó por lo primero y marchó al destierro”. Ibid. p. 82.


 La etapa maderista 
A finales de 1908, Francisco I. Madero, hijo de hacendados del Estado de Coahuila y personaje desconocido en la política, publicó el libro La sucesión presidencial de 1910. La idea central del libro, entre una serie de cuestiones históricas y análisis de la situación social, política y económica del México de entonces, consiste básicamente en hacer una llamada al pueblo mexicano y hacer valer un principio: el de la no reelección. Durante casi todo 1909, Madero hizo su campaña como candidato a la presidencia de la República, al mismo tiempo que fundaba centros antireeleccionista por donde iba pasando. A mediados de este año, funda el principal, el Club Central Anti-Reeleccionista en la Ciudad de México y, dentro de él, funda el periódico El Anti-Reeleccionista, del cual fue director José Vasconcelos durante el mes de junio; en septiembre, el periódico es clausurado y sus redactores perseguidos y encarcelados. Al terminar el año, algunos de los antiguos simpatizantes de Bernardo Reyes, se unen a Madero, quedando solamente en la contienda política Reeleccionistas y AntiReeleccionistas. En la primera mitad de 1910, la lucha electoral continúa con una pequeña variante: la preparación de los festejos del Centenario de la Independencia. Días antes de las elecciones, el 7 de junio, Madero y un acompañante, fueron detenidos y encarcelados, acusados de incitar al pueblo a la rebelión. Con esto, la popularidad de Madero creció y las elecciones se realizaron no sin tensiones el 26 de junio. Los resultados finales, según las versiones oficiales, daban el triunfo a Porfirio Díaz y a Ramón Corral para el periodo de 1910-1916. Días después, Madero huye hacia Estados Unidos y lanza el Plan de San Luis el 5 de Octubre en el cual declara nulas la elecciones, no reconoce el gobierno de Porfirio Díaz, se declara Madero como presidente provisional, convocando al pueblo para levantarse en armas para el 20 de noviembre.
Entre diciembre de 1910 y los primeros meses de 1911 se registran movimientos armados en varios estados de la República: Morelos, Guerrero, Tlaxcala, Yucatán, por el lado del centro y del sur, donde destaca el de Emiliano Zapata; Sonora, Sinaloa, Tepic, Zacatecas, Durango y Chihuahua, por el lado del norte y el oeste del país. En febrero, Madero cruza la frontera y establece su cuartel en un poblado de Chihuahua y se le unen a la lucha Francisco Villa y Pascual Orozco.273 En mayo, cae Ciudad Juárez, poblado fronterizo del estado de Chihuahua y, no sin antes negociar, se firma el tratado de paz el día 21 en el que Porfirio Díaz se compromete a renunciar a la presidencia y queda en el cargo de manera provisional Francisco León de la Barra, con el único propósito de volver a convocar a elecciones. El 7 de junio, día en que un fuerte terremoto sacudió a la Ciudad de México, Madero entró triunfante a la capital del país. Días antes, Porfirio Díaz había salido del país, desterrado. El interinato de De la Barra duró apenas unos meses: de mayo a noviembre de 1911, después que las elecciones se realizaron en octubre. El gobierno de Madero, duró un poco más: de noviembre de 1911 a febrero de 1913, mes en que fue asesinado. En efecto, Porfirio Díaz fue desterrado, pero no los porfiristas o los intereses de las clases de las que era protector. Tampoco fueron desterradas los conflictos en el interior de la revolución triunfante. En este sentido, cabe destacar, por un lado, los levantamientos armados de Emiliano Zapata y Pascual Orozco (ahora ex-revolucionario maderista), el 25 de noviembre de 1911 y el 25 de marzo de 1912, mediante el Plan de la Empacadora y el Plan de Ayala, respectivamente. Los principales motivos del descontento fue el reacomodo de algunos porfiristas en el gabinete y algunas promesas no cumplidas, principalmente las de carácter agrario y de repartición de tierras. Por otro lado, los levantamientos armados de ex-porfiristas como Bernardo Reyes, en diciembre de 1911, y de Félix Díaz, sobrino del presidente recientemente derrocado, en octubre de 1912. Los dos primeros levantamientos fueron relativamente aplacados por el jefe militar de Madero: Victoriano Huerta. Los otros dos fueron aplacados totalmente y encarcelados Reyes y Díaz. El 9 de febrero de 1913 se dio otro levantamiento, el último y definitivo: el de Manuel Mondragón. Con éste, se inicia el episodio conocido como Decena Trágica, episodio en el que durante diez días la Ciudad de México estuvo bajo el fuego de la metralla. Ese mismo día, fueron liberados Bernardo Reyes y Félix Díaz y atacaron Palacio Nacional. En este ataque, Bernardo cayó abatido, pero no el movimiento que se atrincheró en la Ciudadela. Al pasar de los días y al crecer la tensión, Victoriano Huerta y el embajador de Estados Unidos, junto con Díaz y Mondragón, establecen conversaciones y la traición del primero con respecto a Madero. Después del Pacto de la Ciudadela, Madero fue preso por Huerta el 18 de febrero y cuatro días después, asesinado, junto con el vicepresidente, Pino Suárez. 

La etapa constitucionalista y lucha de facciones

El 26 de marzo de 1913, en la Hacienda de Guadalupe, se firmó el Plan de Guadalupe, con el que Venustiano Carranza, gobernador de Coahuila, inicia la lucha armada en contra del poder usurpador de Huerta. 






Para el 30 de mayo, Emiliano Zapata modifica el Plan de Ayala y especifica que la lucha era contra Madero y –ahora- también contra Huerta. Al mismo tiempo, se creó la Junta Revolucionaría del Centro y del Sur de la República.275 En septiembre de ese mismo año, Álvaro Obregón es designado como jefe del Ejército del Noroeste y se forma la División del Norte, al mando de Pancho Villa. 













Los levantamientos, los ataques y la avanzada hacia el centro del país por parte de los revolucionarios se dieron en bloque y en cuestión de meses, hicieron huir a Huerta: el 2 de abril, Pancho Villa toma Torreón; el 23 de junio, Zacatecas, y el 8 de Julio, Obregón toma Guadalajara. Huerta renuncia el 15 de ese mismo mes. El 13 de agosto de 1914 se firma el Tratado de Teoloyucan mediante el cual queda disuelto el Ejército Federal y enseguida las tropas revolucionarias entran a la Ciudad de México. Una vez que cayó Huerta, la lucha tomó otros matices. Por un lado, Carranza se autonombraba presidente; y, por otro, Villa y Zapata demandaban una convención, un acuerdo, entre las distintas facciones revolucionarias. 


De hecho, el 1 de octubre se inició dicha Convención en la Ciudad de México, continuándose, desde el 10 de este mes hasta el 9 de noviembre, en la ciudad de Aguascalientes. De ella, Eulalio Gutiérrez fue designado presidente, pero no fue reconocido por Carranza. Obregón, por su parte, siguió siendo fiel a éste. De este modo, entre diciembre de 1914 y enero de 1915, México contaba, en efecto, con dos presidentes. En el mes de enero, Obregón regresó a la Ciudad de México para atacar, por órdenes de Carranza, a Eulalio Gutiérrez y a su gabinete, así como a Villa y a Zapata. Pronto, Eulalio cedió a Carranza y se dieron cuatro enfrentamientos entre Obregón y Villa. La más destacable de estas batallas, es la de abril, la de Celaya, en la que Obregón pierde un brazo, pero vence a las fuerzas villistas. En 1915, finalmente, Carranza se quedó como presidente y en septiembre de 1916 convoca a un Congreso Constituyente para reformar la Constitución de 1857. Este Congreso trabajó desde el 1 de diciembre de 1916 hasta el 31 de enero de 1917 y la nueva Constitución se proclamó el 5 de febrero. 

El 1 de Mayo siguiente, Venustiano Carranza es designado presidente constitucional. Uno de los acontecimientos de mayor significación mientras estuvo Carranza en el poder fue el asesinato de Zapata, acaecido en abril de 1919.
En 1920, poco antes de la sucesión presidencial, Venustiano Carranza apoyó como candidato a un civil desconocido: el ingeniero Ignacio Bonillas, creando con ello el descontento de Álvaro Obregón


Así, en abril de ese año, Obregón lanzó el Plan de Agua Prieta, a través del cual no reconoce al gobierno de Carranza. En mayo, huye Carranza de la capital y el 21 es asesinado. El 1 de junio, una vez que triunfó el Plan de Agua Prieta, Adolfo de la Huerta es designado presidente provisional con el único propósito de convocar a elecciones. De esta manera, Obregón fungió como presidente de diciembre de 1920 a noviembre de 1924. Le siguió Plutarco Elías Calles en el periodo 1924-1928. En 1928, Obregón intentó violar el principio de la no-reelección y casi lo logra. Fue electo presidente para el periodo 1928-1932, pero murió asesinado antes de tomar posesión. Se nombró presidente a Emilio Portes Gil para convocar a elecciones. 
Entre 1928 y 1929, contendieron para la presidencia, José Vasconcelos y Pascual Ortiz Rubio, candidato del recién creado Partido de la Revolución Mexicana. Después de Obregón, se inicia el periodo llamado “El maximato”, según el cual refiere, entre otras cosas, que los que dan la cara como presidentes no son sino títeres del jefe máximo, Plutarco Elías Calles. La vida del Partido de la Revolución Mexicana se inició con un fraude: el hecho a José Vasconcelos. 


UNIVERSIDAD DE SALAMANCA DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA, LÓGICA Y ESTÉTICA FACULTAD DE FILOSOFÍA, TESIS DOCTORAL FILOSOFÍA Y VIDA: EL ITINERARIO FILOSÓFICO DE JOSÉ VASCONCELOS, AUTOR: RAÚL TREJO VILLALOBOS DIRECTOR: DR. ROBERTO ALBARES ALBARES, SALAMANCA, 2010


lunes, 26 de enero de 2015

EL PORFIRIATO


El inicio del porfiriato en 1877 no fue con el pie derecho; México sufría las consecuencias de las anteriores luchas armadas que propugnaban por ejercer el poder político, del reciente golpe de Estado mediante el cual Porfirio Díaz había derrocado al régimen lerdista, de periodos de inestabilidad política y del gran endeudamiento externo, además de las constantes revueltas opositoras al gobierno de Porfirio Díaz por parte de los liberales inconformes con el nuevo gobierno. La situación económica en que el Segundo Imperio y el periodo conocido como la República Restaurada habían dejado al país era precaria, los capitales extranjeros preferían invertir en otros países del continente como Argentina y Cuba, naciones en las que la inversión extranjera había tenido una apertura y un desarrollo más sostenido que el mexicano. Por otro lado, la nación mexicana se encontraba endeble y tan a la mano del vecino país del norte, cuyos deseos expansionistas crecían día con día. El mismo Porfirio Díaz afirmaba: “¡Pobre de México! tan alejado de Dios y tan cerca de Estados Unidos” (Díaz en González, 2000: 661). El proyecto porfirista fue cauteloso, puntualmente abonó la cifra correspondiente al pago de la deuda externa por concepto de un año, permitió la invasión comercial e industrial norteamericana y protegió las fronteras geográficas. Las importaciones superaron en forma significativa los capitales que México exportaba. Así, después de una amplia negociación, Díaz consiguió que Estados Unidos reconociera la soberanía nacional en abril de 1878, comenzando a ejercer una política exterior hábil, la cual encontró en Europa la contraparte a la pesada influencia norteamericana, “y buscó, sin apartarse de los lineamientos patrióticos establecidos por Juárez, reanudar relaciones con los países europeos. Así se reanudaron las relaciones oficiales con Bélgica, Alemania, Italia, Francia, España e Inglaterra y nos brotó una voluntad desmedida a lo francés” (González, 2000: 662).

Hacia finales de los ochenta del siglo XIX, el régimen porfirista comenzaba a traer la tan anhelada estabilidad al país, a pesar de que esto significase una enorme desigualdad económica y social. La reforma liberal había sido aplicada en beneficio de un sector privilegiado de la población, los bienes del clero habían pasado, en su mayor parte, a manos de antiguos conservadores, y otro tanto del capital eclesial pasó a ser propiedad de la naciente burguesía liberal y de los primeros inversionistas extranjeros.

En el caso del campo, “las ventas se hicieron, en la gran mayoría de los casos, a favor de los hacendados y de otras personas ricas de cada región: puede decirse que por entonces se aplicó una reforma agraria al revés; muchos indígenas perdieron sus tierras a favor de los hacendados” (Rosenzweig, 1994:17). Se crearon grandes latifundios que fraccionaron al país, propiedad de unas cuantas familias de caciques que poseían la mayor parte de la economía nacional.





El ideal porfiriano era el de “orden y progreso”. A través de la implementación de “poca política y mucha administración”, Díaz se planteó reivindicar el camino de la nación, orientándolo hacia la inversión de grandes capitales extranjeros, sobre todo norteamericanos, ingleses, alemanes y franceses, los cuales dieron incentivos a la economía nacional. Comenzó a explotarse la industria del petróleo y la del acero. Asimismo, la industrial textil y la minera se incrementaron y, consecuentemente, los centros poblacionales se expandieron; un ejemplo concreto de este crecimiento demográfico lo tenemos en la capital mexicana, que en pocos años duplicó su población. El porfiriato comunicó a la nación, no sólo con el extranjero, sino al interior de sí misma, el ferrocarril fue uno de los puntos nodales que posibilitaron el crecimiento económico de México en el finisecular del  XIX y en la primera década del siglo XX. A la par de la impronta ferroviaria, la creación de un sistema bancario nacional favoreció la solidez económica del gobierno porfirista.

Con Díaz llegó la modernidad, lo mismo el alumbrado público que los automóviles; el teléfono y los tranvías; las artes y la literatura europea, esto a costa del “feudalismo colonial” que imperaba en el campo. La ciudad de México se transformaba cada vez más en la metrópoli porfiriana, afrancesada hasta la médula de su burguesía, siempre a la moda, pero que no perdía su carácter nacionalista. Labelle époque, cuyo apogeo se dio en el siglo XX, inició su arribo al país de la mano de una pomposa ceguera que disfrazaba la abigarrada desigualdad social. “El fin del siglo XIX y principios del XX en México fueron tiempos de buena vida para quienes podían pagarlo. En sus palacetes afrancesados de las colonias Juárez, la antigua colonia Americana-y Santa María vivían, 'entre mármoles, marfiles y tapices', los ricos hacendados, empresarios y comerciantes que conformaban la aristocracia mexicana” (Sefchovich, 1999:171).
Dichos palacios, salones de baile y casinos convergían con casas de “mala nota”, donde lo francés adquiría otro rostro. La urbe se expandió hacia territorios inexplorados, configurando escenarios teatrales que daban lugar a múltiples idiosincrasias urbanas. Las prostitutas de burdel y las mujeres burguesas convivieron en realidades paralelas en la escena capitalina que narra Federico Gamboa en su novela Santa, refiriéndose a la fiesta conmemorativa del “grito de independencia”, que tenía lugar año con año en el zócalo y calles cercanas de la ciudad de México, en la cual cada vez más, se evidenciaba la llegada de la modernidad al paisaje urbano:
... la iluminación de la ciudad comenzaba, a tiempo que los enormes focos municipales que se mecen a las esquinas y a la mitad de la calle mezclados a las innúmeras luces incandescentes que cubrían caprichosamente las fachadas del comercio rico, y a los humildes farolillos de vidrio y papel con que adornaban las suyas los mercaderes pobres y los particulares ídem, prestaban a la metrópoli mágico aspecto de apoteosis teatral. Avanzaban los coches paso a paso, y al llegar a la esquina del Puente de San Francisco, la impenetrabilidad de la masa y la prohibición de los gendarmes, los obligó a detenerse [...] Las calles de la Independencia, a las que salieron luego de atravesar el callejón de López, también alimentaban su océano, con agravamiento de tranvías y carruajes [...] Sólo los tranvías atestados de pasajeros, de linternas de colores y de ruido metálico cruzaban ese Mediterráneo con imponente majestad de acorazados, [...] Al fin dieron con sus cuerpos, en un gabinete alto del Café de París... (1903: 99-101).
Del viejo continente llegaron las innovaciones tecnológicas, las modas y los cánones de lo que era bien visto. Lo europeo permeó la ideología de la elite porfiriana, estableciendo, como en ninguna otra parte del continente americano en esa época, los nuevos atavíos de lo que sería la “gran urbe”. Los Champs Élysées y otras tantas apropiaciones parisinas se materializaron en territorio mexicano, produciendo una metrópoli de altos vuelos con calzadas importantes como el Paseo de la Reforma y demás monumentos escultóricos de índole nacionalista, muestra del afanoso intento porfiriano por figurar en el escenario internacional como una nación moderna.
Los periódicos y revistas que “informaban” los acontecimientos importantes aumentaron. La ciudad de México, rodeada del panorama rural del Gran Valle de México, plasmado en estos años por el paisajista José María Velasco, tenía pretensiones intelectuales de tipo materialista. El positivismo porfiriano, iniciado por Gabino Barreda en los cincuenta, apelaba por un discurso más letrado, daba igual si se leía o no, los diarios habrían de circular y de difundir la cultura al mayor público posible. Incluso, nuestro mandatario, el militar oaxaqueño, hacía lo propio, sentándose en la mesa de estudio, motivado por doña Carmelita Díaz, a “cultivarse” como la gente de buena conciencia. Como lo sugiere Luis González, en los escenarios porfirianos flotaba el espíritu positivista que comenzó a difundirse en Latinoamérica a la par de los procesos modernizadores y de las nuevas tecnologías iniciados en México durante las últimas décadas del siglo XIX. Lo que era bien visto a los ojos de la moderna sociedad era la cultura, la información y la ciencia, aunque esto fuera más bien un discurso ensayado que un hábito:
La cultura superior fue aún más burguesa. Se mantuvo recluida en las ciudades mayores y en la espuma social. La mitad de los individuos con profesión universitaria habitaban, en 1900, en cuatro ciudades. De un total de 3652 abogados, 715 residían en México, 215 en Guadalajara, 170 en Puebla y 120 en Mérida. Por 1903, el número de bibliotecas era de 150, una cuarta parte estaban en la metrópoli y ninguna valía gran cosa aparte de la Biblioteca Nacional, dirigida por don José María Vigil, a la que acudían 2500 lectores. De las 45 sociedades científicas y literarias registradas en 1893, 19 tenían asiento en la capital. En cuanto a periódicos, de los 543 de 1900, 126 se publicaban en la ciudad de México (El Tiempo, El Diario del Hogar, El Hijo del Ahuizote, El Demócrata, La República, El Siglo XIX, El Monitor Republicano, etc.). Eran muchos los periódicos, muy pocos los leeperiódicos y menos todavía los lectores de libros. En 1900, apenas el 18% de los mayores de diez años podía leer, que no necesariamente leía (2000: 685).
Junto a las inversiones llegaron las artes, los vestidos, la cultura y con ello el revival fastuoso de la aristocracia. La cultura traída de Francia se convirtió en la primacía social en lo tocante a la moda y a la estética, no obstante la adecuación de los cánones franceses, lo mexicano brotó por cuenta propia, matizando y dando singularidad a la producción cultural del finisecular XIX. A partir de este periodo, México se convirtió en la nación a donde llegaban las primeras modas y vanguardias artísticas, para, posteriormente, expandirs    e a Centro y Sudamérica, adquiriendo un carácter regional, según el país a donde estas influencias llegaran.


Las corrientes artísticas que llegaron de París incorporándose a la realidad mexicana tuvieron un espíritu diferente, pues emergían y representaban condiciones sociales muy disímiles. De todas partes del continente llegaban a la ciudad de México intelectuales y artistas interesados en ser partícipes del desarrollo cultural y nacionalista que México experimentaba y que era promovido por sus gobernantes, en una aparente libertad expresiva.

El primero de estos movimientos artísticos traídos de Europa que entraron al país fue el romanticismo, iniciado en la segunda mitad de los cincuenta por el cubano José María Heredia y extendido ampliamente al interior de todos los círculos intelectuales y políticos hasta fines de siglo. Conducidos por el escritor y político Ignacio Manuel Altamirano, los intelectuales encontraron un proyecto cultural nacionalista. La novela y la poética mexicana de la segunda mitad del XIX, abrigaron a creadores de diferentes tendencias, daba igual si se era un Montes de Oca o un Roa Bárcena, las banderas políticas se dejaban de lado, ante todo se anteponía el arte y su marcado carácter nacionalista. Este resurgimiento intelectual también se dio en las artes plásticas. Hasta 1890 prevaleció el romanticismo, asumiendo discursos del clasicismo y del realismo-naturalismo, sobre todo el del campo o pueblerino, el llamado costumbrista, ampliamente desarrollado tanto en la pintura popular como en la academicista. “Un siglo como éste debe tener su arte propio, individual, que se penetre de su espíritu y de su alma [...] Nuestro arte moderno, el arte del siglo XIX, debe ser realista en la forma, espiritualista, idealista, liberal, progresivo en el fondo” (Rodríguez Prampolini, 1964, Tomo II: 204-209).

La última década del siglo XIX es una etapa de trance para la realidad artística mexicana. Con la avanzada culturalista francesa, nuevos bríos se inyectaron al panorama cultural nacional. En el campo de las letras, la literatura que preludió al modernismo latinoamericano de inicios del siglo XX fue de influencia francesa.
Las plumas de parnasianos, simbolistas y realistas como Leconte de Lisle, Víctor Hugo, los Dumas, Baudelaire, Verlaine, Rimbaud, Balzac, Flaubert y el naturalista Zolá influyeron ampliamente a los jóvenes literatos mexicanos hacia las últimas décadas del siglo XIX. Entre los mexicanos los había románticos como Acuña, Juan de Dios Peza, Vicente Riva Palacio o Gutiérrez Nájera; o naturalistas, como Federico Gamboa. 


http://youtu.be/EA5icPNqJ0w






Despedía fragancia de violetas esa criatura,
toda mansedumbre, toda perdón, toda cariño.

Pasaba intacta por el bullicio de las grandes fiestas

como albo cisne por las ondas del estanque.

Ágil, nerviosa, blanca, delgada

media de seda bien restirada...

nariz pequeña, garbosa, cuca

y palpitantes sobre la nuca

rizos tan rubios como el cognag.

Manuel Gutiérrez Nájera


Vargas Santiago, L.A.: Féminas del palacio y del arrabal - Lecturas plásticas de la
mujer del finisecular XIX en Revista de la Universidad Cristóbal Colón Número 17-
18, edición digital a texto completo en www.eumed.net/rev/rucc/17-18/





2da Intervención francesa; Imperio de Maximiliano



A Partir de observar el vídeo realiza una tabla de datos con las causas y consecuencias de la Intervención francesa.

La Reforma y El segundo Imperio - Memoria del Congreso

domingo, 25 de enero de 2015

HISTORIA DE LAS CONSTITUCIONES MEXICANAS



http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/1/311/5.pdf

REALIZAR LECTURA Y ORGANIZAR LAS CONSTITUCIONES DE 1824. 1836 Y 1857 EN UNA TABLA DE DATOS.

LAS CONSTITUCIONES DE 1824,1836 Y 1857.
PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS

CONSTITUCIÓN
PRESIDENTE
FORMA
DE GOBIERNO
PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS
1824












1836












1857
















Precedentes legislativos para establecer la separación Iglesia-Estado

 Ley Juárez Anterior a la promulgación de la Constitución de 1857 se expidió para coartar el poder e influencia del clero en asuntos civiles. Recibió el nombre de Ley Juárez (autoría de Benito Juárez) sobre administración de justicia, del 23 de noviembre de 1855. En resumen: suprimió el fuero eclesiástico y el militar en materia civil, y declaró renunciable el primero para los delitos comunes.









 Ley Lerdo La segunda, es conocida como Ley Lerdo (autoría de Miguel Lerdo de Tejada), del 25 de junio de 1856, sobre desamortización de fincas rústicas y urbanas. Establecía la prohibición de que cualquier corporación civil o eclesiástica tuviera capacidad legal para adquirir en propiedad o administrar por sí bienes raíces; tampoco podía retener su usufructo, exceptuándose los edificios destinados directa o inmediatamente a servicio u objeto de la institución (conventos, palacios episcopales, colegios, hospitales, hospicios), así como una casa unida a ella que tuviera como propósito la habitación de quien sirve al objeto de la institución, como puede ser el párroco o capellán.






 Ley Iglesias Por último, la Ley Iglesias (autoría de José María Iglesias), del 11 de abril de 1857, acerca de los aranceles parroquiales para el cobro de derechos y obvenciones, previno que en los bautismos, amonestaciones, casamientos y entierros de los pobres no se cobraran estipendios; castigaba el abuso de cobrar a los pobres, y si la autoridad eclesiástica denegaba por falta de pago la orden para un entierro, la autoridad civil local podía disponer lo contrario.






CONSTITUCIÓN DE 1857.

La Constitución de 1857 Promulgada el 5 de febrero de 1857, su preámbulo inicia: “En el nombre de Dios y con la autoridad del Pueblo Mexicano.” Los numerales alusivos a la relación Iglesia-Estado empiezan con el artículo 3o., que permitió la libertad de enseñanza. Por su parte, el artículo 5o. estableció el imperativo de la prohibición de los votos religiosos o monásticos Además, consecuente con la Ley Juárez— suprimió los fueros eclesiásticos.  Actividad económica de la burguesía y lograr la secularización de la sociedad.





LAS LEYES DE REFORMA

 Reciben esta denominación, el conjunto de decretos y acuerdos emitidos por Benito Juárez, presidente de la República, durante 1859 hasta 1863. Las Leyes de Reforma pretendían completar el proceso de separación de la Iglesia y el Estado, así como establecer las competencias de sendas instituciones. Entre los asuntos que trataron destacan los siguientes:

1. Ley de Nacionalización de los Bienes Eclesiásticos Promulgada en la ciudad de Veracruz el 12 de julio de 1859, consistió en pasar al dominio directo de la nación los bienes tanto del clero como del regular. En virtud de esta ley se confiscaron los bienes eclesiásticos sin indemnización alguna.

2. Ley de Matrimonio Civil Dicha Ley fue expedida en la ciudad de Veracruz el 23 de julio de 1859; eleva el matrimonio a la categoría de mero contrato civil celebrado ante la autoridad administrativa. No otorgaba efectos civiles surgidos del matrimonio canónico, y establecía las causales en materia de separación.  Paradójicamente, el artículo 4o. consideraba al matrimonio como indisoluble: El matrimonio civil se indisoluble; por consiguiente, sólo la muerte de alguno de los cónyuges es el medio natural de disolverlo; pero podrán los casados separarse temporalmente por alguna de las causas expresadas en el artículo 20 de esta ley. Esta separación legal no los deja libres para casarse con otras personas.

3. Ley Orgánica del Registro Civil Esta ley fue dada a conocer en la ciudad de Veracruz el 28 de julio de 1859, por la cual se crea la institución del mismo nombre con el propósito de llevar un registro de los nacimientos, matrimonios y defunciones, actividades que hasta ese momento eran exclusivas de la Iglesia católica. Por su importancia, citamos el artículo 1o.: “Se establecen en toda la República funcionarios que se llamarán Jueces del estado civil, y que tendrán a su cargo la averiguación y modo de hacer constar el estado civil de los mexicanos y extranjeros residentes en el territorio nacional”

4. Ley de Libertad de Cultos Este ordenamiento fue promulgado el 4 de diciembre de 1860; quizá la ley de mayor trascendencia para el tema de nuestra investigación, por la aparente contradicción en la protección dispensada a la Iglesia católica una vez aprobada una legislación anticlerical, según lo reseñado en párrafos anteriores. Conforme a su artículo 1o. establecía por primera vez la libertad religiosa en una ley mexicana. Veamos el porqué de este ordenamiento. Ciertamente, para los liberales mexicanos “... la libertad religiosa constituía, no sólo un derecho natural sino uno de los requisitos para lograr la colonización del territorio nacional por parte de sujetos emprendedores que, una vez admitida la tolerancia religiosa, habrían de establecerse en la República para su engrandecimiento y prosperidad...” En una evidente contradicción, el artículo 11 indicaba la prohibición expresa de realizar actos religiosos fuera de los templos, procurando la conservación del orden público.






HOJA DE REGISTRO 3° BIMESTRE

ESCUELA SECUNDARIA MIXTA 55
HISTORIA II PROF. JOSÉ LUIS CALDERÓN ELIZONDO
HOJA DE REGISTRO DE ACTIVIDADES Y TAREAS.

NOMBRE DEL ALUMNO(A): ________________________________________GRUPO 3°______


ACTIVIDAD
FECHA
FIRMA DEL MAESTRO
FIRMA DEL PADRE O TUTOR
A.E..
PORTADA.  HOJA REGISTRO. APRENDIZAJE ESPERADOS
15
DIC.



LÍNEA DEL TIEMPO

17 
DIC.



LÍNEA DEL TIEMPO II
19
ENE.



REFORMA DE 1824

14
ENE.



TABLA DE CAUSAS Y CONSECUENCIAS 
SEPARACIÓN DE TEXAS
19
ENE.



TABLA DE CAUSAS Y CONSECUENCIAS 
GUERRA DE LOS PASTELES (BLOQUEO FRANCÉS 1938)
20
ENE.



TABLA DE CAUSAS Y CONSECUENCIAS 
GUERRA CON E.U. BATALLA DEL ALAMO
21
ENE.



LEYES DE REFORMA:
LERDO, JUAREZ, LA FRAGUA, COMONFORT.
26
ENE.



TABLA COMPARATIVA
DE LAS CONSTITUCIONES 1824, 1836. 1857.
27
ENE.



TABLA DE CAUSAS Y CONSECUENCIAS
DE LA INTERVENCIÓN FRANCESA
28
FEB



TABLA COMPARATIVA
DEL IMPERIO DE MAXIMILIANO.
2
FEB.



MAPA CONCEPTUAL
DEL PORFIRIATO.
3
FEB



TABLA DE DATOS CAUSAS Y CONSECUENCIAS DE LA REVOLUCIÓN MEX.
9
FEB



PERSONIFICACIÓN Y OBRA  DE UN ARTISTA O CIENTÍFICO DEL SIGLO XIX.
10
FEB




EXAMEN
16
FEB